17.6.10

Solsticio de invierno: la fiesta del sol

Solsticio de invierno: la fiesta del sol
solsticioDurante todo el año los pueblos originarios celebran diversas festividades en honor a la Tierra, conformando dos calendarios, uno místico y otro agrícola, que tienen que ver con su bienestar físico y espiritual. La fiesta más importante se celebra el 21 de junio, fecha en que comienza un nuevo ciclo en la Tierra pues el sol comienza su camino de acercamiento hacia el planeta.

Toda la existencia está marcada por ciclos: la naturaleza por las estaciones, el día, la noche, las fases de la luna; cada pedazo de cielo se mueve en armonía y en relación con su entorno. El hombre también tiene sus tiempos y, desde siempre, los ha reconocido gracias a la observación de la Tierra y de los astros.
Los pueblos indígenas basándose en estos ciclos se dieron cuenta que en cierta época el sol se encuentra más lejos de la línea del Ecuador, haciendo de ese día el más corto y la noche más larga del año: es el solsticio de invierno en el hemisferio sur. El 21 de diciembre es el solsticio de verano, donde ocurre lo inverso. En ambas posiciones, la declinación del sol se mantiene durante varios días casi sin moverse. De ahí viene el nombre solsticio, que en latín significa “sol quieto”.
Es 21 de junio, el sol se ha alejado hasta el límite. Sin embargo, el ser humano sabe que el sol retornará y la naturaleza volverá a mostrar su abundancia y esplendor. Antiguamente, los miembros de diversas culturas se reunían en torno a una fogata, que les daba abrigo y luz. Ese momento, se transformó en una celebración, en una ceremonia, ya que el fuego era la representación del sol que estaba lejos. Después de ese día, el sol comenzaría a acercarse a la Tierra.
Es el periodo en que el planeta descansa y comienza una renovación. La creencia es que todo lo malo se va al universo y ocurre un reciclaje de energías y luego empieza un despertar de la Tierra.
Para los pueblos originarios esta fecha no es un año nuevo como lo han llamado los occidentales, sino un cambio de ciclo. Por ello, aún lo celebran con ceremonias tradicionales, danza, música, realizan ofrendas de agradecimiento y rogativos por mejores tiempos. El ruego no sólo se eleva por motivos agrícolas, sino también para pedir protección familiar, buena salud e incluso prosperidad en los negocios.
Los incas lo llamaron Inti Raymi y los mapuche, We Txipantu.
Esta fecha fue trastocada cuando el cristianismo comenzó a propagarse por Europa, pues asimiló estas fiestas solsticiales a sus propios ritos y símbolos transformándose en la celebración de San Juan. Una vez en América, los elementos traídos de Occidente y la evangelización sepultaron las tradiciones indígenas. Sin embargo, en los últimos años se ha ido recuperando esta costumbre y en cada lugar donde habitan los descendientes de los pueblos originarios se prepara la celebración del solsticio de invierno.

Inti Raymi

El sol siempre ha sido venerado como una de las mayores divinidades porque se considera que su luz sostiene todas las cosas de la Tierra. De esta manera, el solsticio de invierno se convierte en un ritual donde se le agradece a la Pachamama por todas las bendiciones del año y se asegura la reproducción de la vida.
En Bolivia se celebra en el poblado de Tiwanaku, festejo que nació a fines del siglo pasado como un movimiento de rescate y reivindicación de la identidad indígena.
En territorio peruano, antes de la llegada de los españoles, el Inti Raymi era la fiesta principal del imperio.
Después de la conquista española, la ceremonia fue suprimida por la Iglesia Católica y la sociedad andina fue desmembrada. El Inti Raymi se olvidó hasta mediados del siglo XX cuando la expresión de un gran movimiento de revaloración de la cultura nativa en el Perú fue vuelto a la escena. En 1944 un grupo de intelectuales y artistas cusqueños decidieron recuperar la fiesta y presentarla como un espectáculo de tipo teatral destinada a toda la población de Cuzco.
La tradición dentro de los pueblos andinos en Perú, Bolivia y en el norte de Chile sigue vigente. Junto con la salida del sol, al alba del 21 de junio, se realizan rogativas, se prenden inciensos y se sacrifican animales. Algunos, queman sus ropas antiguas y se visten con nuevas prendas, otros se bañan en los ríos. La idea general es que se inicia un nuevo ciclo, donde todo vuelve a renacer.

We Txipantu

Por un largo tiempo y por consecuencia del colonialismo español y de la Iglesia Católica, el Wiñol Txipantu o We Txipantu no se festejaba. Pero desde aproximadamente 1982, y gracias al despertar de las organizaciones mapuche en Chile, comienza la recuperación de las ceremonias y de la cosmovisión indígena.
Al igual que los andinos, los antepasados mapuche comprendieron los fenómenos físicos naturales observando el universo y la Tierra. Se percataron del solsticio de invierno al cual denominaron Wiñol Txipantu o We Txipantu, lo que en mapundungun, significa retorno o la nueva salida del sol.
Decían que justo el día del We Txipantu, la noche llega a su tope, e inicia su regreso paulatino, haciendo que el día se alargue “una pata de gallo”. Si se mira la cordillera en esta época, el sol parece venir lentamente del norte y el punto exacto de regreso del sol se produce al terminar la noche, es decir, en el momento en que sale en el puel mapu (este). Con esta salida del sol se da paso al nuevo ciclo.
Durante la noche del día 23, la familia se reunía frente al fogón en la ruka, bailaban el choique purrum -baile tradicional- manteniendo un espíritu de encuentro y permanente comunicación con los valores ancestrales.
De madrugada, a la llegada del lucero, la gente se bañaba en los ríos, lagos o esteros más cercanos como símbolo de limpieza de su espíritu y su cuerpo, pues se dice que ese día las aguas están purificadas.
A partir de la nueva salida del sol, se celebraba durante todo el día y se desarrollaban diversas actividades y ritos, como el lakutun que consiste en el traspaso del nombre del abuelo a un niño; la ceremonia en que la machi renueva el rewe; el juego del palin o chueca; el ngillatun o rogativa, entre otros.
Aunque las tradiciones han variado, algunas se han perdido en el tiempo y aún existe una confusión con la fiesta católica de San Juan, los descendientes de los pueblos originarios quieren recuperar lo que han perdido. El We Txipantu y el Inti Raymi deben su existencia al sol y seguirán celebrándose mientras brille su luz.

fuente: revista vida .cl

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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