17.9.07

Un satélite de la Nasa confirma la “música de las esferas”

La atmósfera del Sol emite ondas sonoras 300 veces más graves que los tonos que pueda captar el oído humano

Un satélite de la Nasa ha confirmado la ancestral tradición de la música de las esferas, según la cual los cuerpos celestes emiten sonidos armónicos. Aunque la música de las esferas ha derivado primero en la noción de armonía universal y después en simetría, ahora se ha descubierto que la atmósfera del Sol emite realmente sonidos ultrasónicos y que interpreta una partitura formada por ondas que son aproximadamente 300 veces más graves que los tonos que pueda captar el oído humano. Por Eduardo Martínez.


La música de las esferas ha apasionado desde siempre a los estudiosos del Universo. Para los pitagóricos, los tonos emitidos por los planetas dependían de las proporciones aritméticas de sus órbitas alrededor de la Tierra, de la misma forma que la longitud de las cuerdas de una lira determina sus tonos. Las esferas más cercanas producen tonos graves, que se agudizan a medida que la distancia aumenta.



Lo más hermoso era que, según ellos, los sonidos que producía cada esfera se combinaban con los sonidos de las demás esferas, produciendo una sincronía sonora especial: la llamada “música de las esferas”.


Para los pitagóricos, por tanto, el Universo manifiesta proporciones “justas”, establecidas por ritmos y números, que originan un canto armónico. El cosmos, a sus ojos, es por tanto un sistema en el que se integran las siete notas musicales con los siete cuerpos celestes conocidos entonces (el Sol, la Luna y los cinco planetas visibles). A estos planetas se añadían tres esferas suplementarias que alcanzaban el 10, el número perfecto.

La misma armonía celestial fue descrita por Platón cuando, en Epinomis, declaró que los astros ejecutan la mejor de todas las canciones. Cicerón también se refirió en el canto de Escipión a ese sonido tan intenso como agradable que llenaba los oídos de su héroe y que se originaba en las órbitas celestes, reguladas por intervalos desiguales que originaban diferentes sonidos armónicos.

La gran música del mundo

La tradición que consideraba al Universo como un gran instrumento musical se prolonga durante la Edad Media y hasta el siglo XVII, en el que tanto Kircher (que hablaba de “la gran música del mundo”) como Fludd (que concebía un Universo monocorde en el que los diez registros melódicos evocados por los pitagóricos traducían la armonía de la creación), dejaron constancia de su vigencia.

Sin embargo, fue el astrónomo Kepler quien estableció que un astro emite un sonido que es más agudo tanto en cuanto su movimiento es más rápido, por lo que existen intervalos musicales bien definidos que están asociados a los diferentes planetas. Kepler postuló, en su obra Harmonices Mundi, que las velocidades angulares de cada planeta producían sonidos.

De hecho, Kepler llegó a componer seis melodías que se correspondían con los seis planetas del sistema solar conocidos hasta entonces. Al combinarse, estas melodías podían producir cuatro acordes distintos, siendo uno de ellos el acorde producido al inicio del universo, y otro de ellos el que sonaría a su término.

Armonía geométrica

Por lo general, esta armonía universal es descrita más de forma matemática y geométrica que musical: a finales del XIX, los físicos descubren que los rayos de emisión que se producen de una des-excitación del átomo se expresan mediante una fórmula única compuesta de números enteros, similares a los intervalos musicales. En la actualidad, la armonía espectral se explica a través de la mecánica cuántica, ya que los niveles de energía de los electrones de un átomo, que son discontinuos, se pueden expresar también mediante números enteros.

Esta armonía oculta ha adoptado así un nuevo nombre, la simetría, ya que la física actual emplea las simetrías geométricas para describir, unificar y clasificar a las partículas elementales y sus interacciones, así como para explicar los diferentes modelos teóricos del Universo. Por ejemplo, una de las más recientes teorías físicas describe a las partículas elementales no como corpúsculos, sino como vibraciones de minúsculas cuerdas, consideradas entidades geométricas de una dimensión.

Sus vibraciones se fundan en simetrías matemáticas particulares que representan una prolongación de la visión pitagórica del mundo y la recuperación, en la más moderna visión del mundo, de la antigua creencia en la música de las esferas.

*Para Leer Articulo COmpleto: --> http://www.tendencias21.net/Un-satelite-de-la-Nasa-confirma-la-musica-de-las-esferas-_a494.html?voir_commentaire=oui

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8.9.07

los mensajes del agua







Cuando no podemos ver el resultado inmediato de nuestras oraciones y afirmaciones, pensamos que estas han fracasado. Pero, tal como podemos aprender de las asombrosas fotografías de Masaru Emoto, tanto los pensamientos de fracaso como de amor quedan impregnados en nuestro entorno. La imagen de cabecera muestra un cristal de agua pura helada -un brillante y radiante hexágono. Pero en respuesta a los pensamientos y emociones humanas, el cristal de agua puede tomar otras formas.
Las fotografías y comentarios de este artículo representan el brillante trabajo del japonés Masaru Emoto. Dichas fotografías han sido publicadas en un magnífico libro titulado Los Mensajes del Agua.

En el mundo científico, a menos que un experimento sea repetible por un observador independiente, sus hallazgos son considerados inválidos. Esto es exactamente lo que hizo el Dr. Masaru Emoto, un visionario investigador de Japón. A través de experimentos repetibles él demostró que los pensamientos humanos y las emociones pueden alterar la estructura molecular del agua. Ahora, por primera vez, hay evidencia física de que el poder de nuestros pensamientos pueden cambiar el mundo dentro y alrededor nuestro. Si usted todavía lo duda, la vista de estas fotografías le ayudará a replanteárselo.

Todo esto inició en 1994 cuando el Dr. Masaru Emoto tomó muestras de agua de varias fuentes, congeló unas pocas gotas, las examinó bajo un microscopio de campo oscuro y las fotografió. Primero experimentó con agua de una fuente pura en Japón. La foto reveló una hermosa forma cristalina (Foto 1).

Luego él hizo lo mismo con agua de un río contaminado cercano. El resultado fue un turbio y embarrado patrón con muy poca estructura. (Foto 2).

Luego pidió a un sacerdote del templo Jyuhouin, ofrecer una plegaria a una muestra de agua contaminada y repitió el experimento sólo por curiosidad. Apareció una hermosa estructura cristalina hexagonal blanca (Foto 3). Este experimento fue repetido muchas veces con el mismo resultado.

La número(Foto 4), a efectos de comparación, aparece una fotografía representativa de una muestra de agua destilada no tratada. Las diferentes muestras de agua destilada mostraron formaciones diferentes, pero nunca cristalizadas.

Esta agua fue expuesta a continuación a sonidos grabados en cintas conteniendo palabras, nombres de personas, música, o exponiéndola a diferentes esencias florales.

La música clásica siempre reflejó patrones hermosos (Foto 5) mientras que el heavy metal creó imágenes distorsionadas, sin forma y borrosas (Foto 6) como si ese tipo de música hubiera destruido el delicado equilibrio de las moléculas.

Continuó experimentando, esta vez escribiendo palabras en pedazos de papel y pegándolas a un contenedor de vidrio transparente para ver si alguna cosa pasaba. Él trató usando palabras positivas como Amor y Gracias (Foto 7) y cada vez notó un bello y delicado patrón cristalino. Se obtuvieron resultados diferentes dependiendo del idioma utilizado.

Las palabras convierten las vibraciones de la naturaleza en sonido, y cada lengua es diferente, cada una tiene su propio juego de vibraciones. La naturaleza en Norteamérica es diferente de la naturaleza en Japón. Aunque Arigato y Thank you tienen la misma traducción, crean estructuras cristalinas diferentes. Cada palabra en cada lengua es única y existe sólo en esa lengua.

Trató con Me enfermas, te voy a matar (Foto 8) y cada vez observó patrones distorsionados, asustados y turbios.

Cuando el agua fue tratada con aceites florales aromáticos, los cristales tendieron a imitar la forma de la flor original. Los cristales de agua, por ejemplo, expuestos a esencia aromática de manzanilla tomaron dicha forma (Foto 9).



Otro conjunto instructivo de fotografías mostraba la diferencia asombrosa entre los modelos cristalinos evocados por las palabras Hagámoslo y Hazlo.
Los cristales formados por las palabras Hagámoslo eran como hermosos copos de nieve. La palabra Hazlo, sin embargo, no formó ningún cristal.


El Dr. Emoto se dio cuenta que todo lo existente está vivo y tiene frecuencia de vibración, un campo magnético de resonancia. Midió este campo usando un Analizador de Resonancia Magnética. Esta investigación explica por qué el Sonido en la meditación es tan poderoso.
Después de mucha experimentación, el Dr. Emoto descubrió que la más poderosa combinación de pensamientos en términos de capacidad de transformación fueron los de Amor y Gratitud


Algunas veces, cuando no podemos ver el resultado inmediato de nuestras oraciones y afirmaciones, pensamos que estas han fracasado. Pero, tal como podemos aprender de las asombrosas fotografías de Masaru Emoto, aquellos pensamientos de fracaso en sí mismos quedan también representados en los objetos físicos a nuestro alrededor.
Cuando amamos nuestros propios cuerpos, ellos responden. Cuando enviamos nuestro amor (nos sentimos unidos) a la Tierra, ella responde.


Nuestro propio cuerpo está compuesto en un 70 por ciento de agua. Y la superficie de la tierra es también un 70 por ciento de agua. Hemos visto anteriormente la prueba de que el agua, lejos de estar inanimada, está realmente viva y responde a nuestros pensamientos y emociones.
Quizá, habiendo visto esto, podamos comenzar a entender realmente el imponente poder que poseemos al elegir nuestros pensamientos e intenciones, para sanarnos a nosotros mismos, así como a nuestro medio ambiente. Pero esto solo será posible si creemos.